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Revista N°13

66 - Revista NUEVA POLÍTICA 13 - Oct/2012 Escenario previo Pareciera que en Venezuela conviven dos países, que caminan en forma paralela sin encontrarse en ningún momento; sólo se acercan a través de la crítica. La an- tinomia es el modus vivendi de una sociedad donde la democracia no define el presente y menos aún concilia el futuro. Es preocupante que se viva bajo los mecanis- mos de un sistema democrático, pero que no se pueda convivir con una cultura democrática del día al día. Es el todo o la nada. Encontrar un país rico como este con altos índices de pobreza e inseguridad, obliga a pre- guntarse por qué no intentar superar el enfrentamien- to, que lleva hacia un resentimiento de difícil retorno. Los 14 años de permanencia en el poder de la mis- ma fuerza y del mismo presidente no contribuyen a la necesaria periodicidad en los cargos electorales: todo esto se adhiere a una larga historia de contiendas y de antinomias que afectan a la confiabilidad del sistema constitucional y electoral. La cuestionada libertad de prensa enrareció aún más la nitidez y limpieza del es- cenario electoral. Fase electoral En relación al proceso electoral en sí podemos afirmar que Venezuela ha sido un ejemplo para toda Améri- ca por sus altos índices de participación en las urnas (80%). En lo que respecta a la competitividad de la elec- ción, hemos advertido un grave problema en materia de igualdad de garantías básicas para los postulan- tes: esto se hizo notorio por la gran ventaja que llevó el candidato oficial tras contar con toda la estructura, los medios de comunicación, planes sociales, misio- nes y logística del Estado que fue permanentemente utilizada en forma abusiva por el candidato Chávez. La utilización desmedida de los espacios publicitarios por parte del oficialismo genera una contradicción entre la exigente veda electoral reclamada por la CNE y la inexistencia de una veda electoral para los actos de go- bierno, tal y como existe en otros países en los cuales esta puede ser de entre 15-30 días previos a la elec- ción. En materia de igualdad de seguridad, existieron dos he- chos que se mantuvieron en la opinión pública hasta el día de la votación: primero, la inviolabilidad del secreto al voto que jugó en contra de la oposición debido a que muchos tuvieron temor a las represalias –como la pér- dida de beneficios sociales- si su voto no era positivo al oficialismo. Segundo, la presencia y la identificación de las fuerzas de seguridad con el candidato oficial que terminó generando denuncias y amedrentamiento en la presencia de los uniformados que muchas veces te- nían también la función de ir a buscar a los que aún no habían votado o se hallaban distantes al lugar de la votación. Cabe destacar que en determinados países el delito de acarreamiento está penado por ley electo- ral por su posibilidad de influir en la voluntad del voto y por prestarse a generar otras faltas del reglamento electoral. Por lo tanto –y luego de sumar estas con- diciones- hallamos que la igualdad de competitividad está desvirtuada y desbalanceada hacia el oficialismo. Fase Post-Electoral En el punto de resguardo de los resultados, la oposi- ción fue contundente en el apoyo a los mismos. Ni bien fueron emitidos los porcentajes finales por la CNE, el segundo candidato más votado los reconoció con la frase “para mí la voluntad del pueblo es sagrada”. Las encuestas a boca de urna presentaron normas claras y las mismas no tuvieron influencia en el momento de la definición de quien resultaría ganador. Lamentablemente tenemos muchas críticas respecto a la falta de transparencia y posibilidad de seguimiento

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