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Revista N°13

Revista NUEVA POLÍTICA 13 - Oct/2012 - 47 profundamente la causa que conduce a una persona a drogarse Además, esto debería ir de la mano con propuestas sanas que promuevan el respeto a la vida y la integridad de la persona. La despenalización es una estrategia de difusión. Actualmente, el tema de la droga es un problema de seguridad nacional. Al despenalizar se traslada el problema a los ámbitos de la educación, salud, moral, etc. Esos sistemas, en la mayoría de los países latinoamericanos están en una condición igual o peor que el de seguridad. Al cambiar de respon- sables sobre el tráfico y consumo, no habría certeza de quien pueda abordar- lo con plenitud. El Estado por ende se le- gitima y se fortalecer al prohibir la venta libre de productos tóxicos que generen efectos secundarios en las personas, ya que es el responsable de resguardar la integridad de la vida de las personas. Keynes decía que toda demanda gene- ra su oferta. Esa es la realidad del narco- tráfico. La enorme demanda genera su oferta. Más que buscar abordar el tema por la vía de la despenalización, hay que combatir el consumo. Una propuesta integrada para combatir el narcotrá- fico debería ir enraizada a reducir los daños a la salud, la seguridad y el bien- estar tanto de los individuos como de la sociedad en general. Para esto sería recomendable fortalecer las políticas públicas en donde se trabajen en tres ejes principales: 1. Fortalecer los programas de preven- ción del consumo de drogas, 2. Fortalecer las acciones legales y po- liciales dirigidas contra las redes inter- nacionales traficantes de drogas supre- sión del tráfico, 3. Fortalecer centros para la rehabilita- ción de drogodependientes para ayu- darlos a salir del problema Diálogos de Paz en Colombia: Dónde y cómo debe estar la Sociedad Civil? Por Jeronmo Rios Sierra El actual proceso de paz entre la ad- ministración Santos y las FARC que arranca en estos días en Oslo con el fin de desactivar un conflicto interno de más de cinco décadas, trae con- sigo, entre muchos debates, el rela- tivo a qué posición debe tener la so- ciedad civil dentro del mismo. Tanto es así, que sindicatos, grupos indí- genas y afrodescendientes, colecti- vos religiosos, movimientos como la Marcha Patriótica, representada por la exsenadora Piedad Córdoba, el Polo Democrático y hasta el Ejército de Liberación Nacional han reivindi- cado la necesidad de que la socie- dad civil constituya una parte activa dentro de la mesa de negociaciones. Sin embargo, ¿cuál debe ser la po- sición de ésta en el actual proceso de paz? Mi particular posición al respecto es que en esta primera tesitura de búsqueda de una salida negociada al conflicto armado colombiano, la sociedad civil debe jugar un papel secundario que no por ello menos crucial. Primero, por las propias particula- ridades que rodean a la negocia- ción en sí, y segundo por el factor trascendental que debe suponer la discreción como dinamizador de puntos de encuentro. Así, de llegar a buen puerto, será entonces cuando el protagonismo de la sociedad civil, en el ulterior escenario de construc- ción de la paz, devenga de una im- portancia nuclear. Respecto de las particularidades del proceso de negociación actual, éste se caracteriza por ser un proceso di- recto, muy bien definido ex ante por losinterlocutores,porelcualsebusca un diálogo ininterrumpido y a resol- ver, tal y como reconoce el Acuerdo Marco, “en el menor tiempo posible”. A ello hay que añadir la definición de una agenda muy concisa, erigida en cinco puntos - 1) reforma agraria y desarrollo rural; 2) integración en la vida política y garantías para la par- ticipación ciudadana; 3) cese de las hostilidades; 4) narcotráfico y 5) de- rechos de las víctimas- respecto de los cuales no habrá intercambios cooperativos sino la búsqueda de fórmulas consensuadas para dirimir los puntos de desencuentro más re- levantes que sostienen actualmente el conflicto y su posible resolución. Asimismo, la finalidad de la mesa de negociaciones no es la de negociar la paz en términos de “peacebuilding”, es decir, en atención a un escenario de post-conflicto, de normalización de la vida política, social y económi- ca del país y de recomposición de su tejido social. Lo que actualmente se negocia en Oslo tendría que ver más con lo que se entiende como “negati- ve peace”, esto es, la búsqueda de un acuerdo para la ausencia de confron- tación armada. De la misma manera, uno de los puntos acordados entre gobierno y FARC fue el de dejar de lado la inclu- sión de los hechos de guerra como elemento de la negociación. Es decir, sean cuales fueren los aspectos que colateralmente lleve consigo el con- Comentarios Pedro Cruz, líder juvenil, Guatemala Panorama regional

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