político -centralista y presidencialista-, y 2. la impunidad. el primero, genera buena parte de las dificultades para el funcionamiento de la sociedad por la concentración en la toma de decisiones públicas en un sólo individuo, con lo que se niega de plano la opción de la autonomía e inteligencia de las regiones para gestionar sus asuntos. es inaceptable que regiones tan importantes como la costa caribe, antioquia, el valle, los santanderes, los llanos o bogotá misma tengan que pedir permiso para todo al gobierno central, amarrado a los caprichos del gobernante de turno. el otro tema estructural, la impunidad, funciona como peligroso y explosivo combustible. la impunidad alimenta todos los demás problemas: inseguridad, narcotráfico, corrupción, desigualdad, abuso de poder -público o privado-, violaciones de derechos humanos, educación, salud, violencia intrafamiliar, desorden en las vías, contrabandos, en fin. violencia, el primero hace, per se, al presidente de la república la persona más clientelista, corrupta y corruptora, pues para llegar al poder tiene que valerse de esas habilidades y, luego de ser elegido, debe afinar esos “talentos”. la impunidad, sirve al régimen para meter mano en la justicia y aplicar el “mantra” de los dictadores latinoamericanos de los 60s y 70s que afirmaban sin pudor: “para mis amigos todo, para mis enemigos la ley”. no hay, ni ha habido nunca en este país independencia de poderes, equilibrio de poderes o lo que llaman los norteamericanos el “check and balances”. 4